Antonio (1949) fue propietario del bar La Alcubilla, cerrado a día de hoy, pero situado en la glorieta de Legazpi, justo en la esquina de la calle Manuel Aleixandre. El establecimiento fue abierto por su padre en 1934, y gracias a su privilegiada ubicación y a unos horarios de apertura de casi 24 horas, hicieron que Antonio se convirtiese en testigo de un sinfín de transformaciones experimentadas en el barrio.